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Arboles muertos y mucha tinta

Bomba begins

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Bomba, el niño de la selva (Bomba The Jungle Boy, 1926)
Autor: John Duffield (a) "Roy Rockwood"
Coleción: Robin Hood (Serie Bomba nº1)
Edita: Editorial Acme, Buenos Aires, 1956

Bomba vive en la selva del Amazonas junto a Cody Casson, un viejo naturalista que a esa altura se acuerda de pocas cosas (fruto de un accidente con la esquirla de un rifle que estallo, dejándolo con la memoria a media máquina). Para tener catorce años es un pibe forzudo y ágil, experto tirador de arco y diestro en el uso del machete.
Y que suerte que sea así: parece que no se puede avanzar por la selva amazónica más de quince minutos sin que te ataquen jaguares, anacondas, caimanes, buitres, pumas y pirañas o que una tremenda tropical digna del huracán Katrina caiga sin previo aviso. Ni dormir se puede en paz porque vienen los murciélagos vampiros gigantes y se ponen a succionarte la sangre mientras dormís.
Por si fuera poco, los cazadores de cabezas de la región cercana han decidido que el viejo gagá que vive con Bomba es un hechicero peligroso. Y como todos saben, el mejor hechicero es el hechicero muerto. Y ahí anda el pobre Bomba, huyendo a como de lugar de los cazadores de cabezas durante toda la novela. Por suerte los monos y su fiel puma Polulu, son sus amigos (y digo por suerte porque si no la novela se queda sin continuación... y no digo nada más para no arruinar el final).
Pero lo peor de todo es cómo sufre Bomba por ser un blanco descastado. Al principio de la historia conoce a dos blancos que se encargan de buscar caucho en la jungla. Se hacen amigos, lógicamente. Pero luego que se van, Bomba se la pasa cada momento de introspección lloriqueando porque se siente más solo que Augusto Pinochet en una reunión de Amnistía Internacional. Que no es como los indios, que soy diferente a ellos, y que quiero saber quién soy, de donde vengo quienes son mis padres, y bla bla bla.
Por supuesto hay un poco escondido racismo en las historias. Todos los indios que conoce Bomba, incluso los amigos, son supersticiosos e incapaces de sentir belleza o tener imaginación. Y los cazadores de cabezas directamente son crueles, malvados y perversos con premeditación y alevosía. Es lógico que Bomba los pueda engañar de manera relativamente fácil.
Esta novela es el equivalente narrativo de un serial: acción sin parar, amenazas en cada capítulo, personalidades de papel maché. Totalmente legible, si nos olvidamos de los discursos racistas que están en el fondo. Para un chico de ocho años (digamos) debe resultar más entretenido que miles de otras novelas infantiles de hoy día. Aunque sea porque bomba no tiene asco a matar a algún bicharraco (o cazador de cabeza) que lo incordie demasiado. Todo el mundo lo sabe: A los chicos, que maten a los malos no les causa ningún remordimiento de conciencia. Y si hay algo en este libro, además, es acción y adrenalina.
Al final de la novela, Casson recuerda un nombre: Jojasta, el brujo de la Montaña Movediza. Ahí va a ir Bomba. Pero eso será en la próxima novela... que ya tendrá su reseña aquí.

1 comentario

ruben cruzate -

donde puedo comprar estos libros de bomba el nino de la selva???, los lei hace casi 40 anos atraz y quiero para mis hijos, por favor hacerma saber